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11 de Marzo de 2018

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Buenas a tod@s:

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Una mañana más me encuentro con un día terrible, con un tiempo que asusta y ninguna (y cuando digo ninguna, es ninguna) gana de mojarme gratuitamente o que el viento me arrastre como a Dorothy a mundos increíbles y lleno de personajes curiosos, por mucho que me guste la fantasía. Prefiero que mi mente fluya y poder controlar (en la medida de lo posible) los acontecimientos que se sucedan en ellos. Por eso, después de tomarme una buena taza de café, y con la siguiente en el fuego, me he dispuesto a escribir estas líneas en el Blog. Tengo mucho trabajo atrasado, y necesito exprimir el día al máximo. Ya no sólo porque aun tengo que pulir y corregir algunos relatos que espero tengan buena acogida en las colaboraciones que tengo en proyecto, sino porque además, los guiones comienzan a acumular polvo sobre mi escritorio y me gustaría adelantar al menos un par de capítulos para la novela en la que estoy trabajando.

Hoy no puedo demorarme mucho si quiero aprovechar el día a tope. Aún así quería actualizar este espacio y dejaros un par de microrrelatos que espero os gusten y con los que podáis entretenernos un ratito al menos.

Los dos trabajos se titulan respectivamente: "Sortilegio", y "El monstruo bajo la cama".

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SORTILEGIO

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El mago Merwyn el Malicioso, escribió en uno de sus libros más oscuros y depravados estas palabras: “Vos Intrare in rota et tibi erit usque in Aeternum”. Con este sortilegio pretendía proteger sus más perversos secretos, condenando a la locura a todo aquel que osara desafiarlo con un cruel castigo: la de repetir sus últimas acciones una y otra vez hasta la extenuación, por toda la eternidad y hasta el fin de sus días, sin opción a redención alguna.

El mago Merwyn el Malicioso, escribió en uno de sus libros más oscuros y depravados estas palabras: “Vos Intrare in rota et tibi erit usque in Aeternum”. Con este sortilegio…

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EL MONSTRUO BAJO LA CAMA

 

El señor Lincoln se acercó hasta la habitación de su amado hijo con la intención de darle las buenas noches, como hacía al final de cada jornada. Hacía rato que la luna había emergido como un gran ojo sin pupila en el velo tenebroso, y ya iba siendo hora de que el pequeño Mathew marchara de la mano de Morfeo a correr aventuras y explorar mundos fantásticos, lejos de los horrores del nuevo mundo que los rodeaba. Cuando se acercó a la cama, a la luz de la única vela que iluminaba la estancia, vio el rostro cetrino del pequeño. Tenía los ojos desorbitados, como si fueran a saltar de las cuencas de un momento a otro. Se tapaba con el edredón hasta la barbilla y entre espasmos y temblores parecía requerir desesperadamente su atención. El señor Lincoln se acercó rápidamente hasta el infante temiendo que estuviera enfermo, ¿Estás bien hijo mío? El pequeño sacó una pálida y menuda mano de debajo de la colcha y se llevó uno de sus deditos hasta la boca en señal de silencio, haciéndole a la vez un gesto para que se acercara. Cuando sus labios estuvieron tan cerca de la oreja de su padre que a punto estaban de rozar su piel, emitió unas palabras casi inaudibles: Hay un monstruo debajo de mi cama. Su padre pensó que debía haberlo imaginado, sin embargo no pudo obviar el estado de pánico en el que se encontraba el chico. Se agachó decidido a desentrañar aquel misterio. Entonces un escalofrío de terror recorrió su espalda. Bajo la cama encontró a su hijo, tiritando por el frío. Con el mismo gesto de llevarse el dedo a los labios que le había visto hacer solo unos segundos, dijo con voz entrecortada: No hagas ruido, hay un monstruo en mi cama.

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Bien, compañeros y compañeras del lado tenebroso. Por hoy mi tiempo ha llegado a su fin. Como prisionero de aquello que tanto me apasiona (dicen por ahí, que sarna con gusto no pica), debo dejaros y centrarme como buen devoto en el trabajo que me espera. No me demoro. Espero que hayáis pasado un buen (aunque breve) rato leyendo esta entrada. 

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Muchas gracias como siempre por estar ahí.

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Que tengáis felices pesadillas.

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